"We have to find room in our contemporary world view for persons,with all that that it entails; not just bodies, but persons.And that means trying to solve the problem of freedom,finding room for choice and responsibility...and trying to understand individuality"-Waking Life

domingo, 23 de noviembre de 2008

La vida en Sociedad y el verdugo


Entrevista con Sartre (1/2)

Me veo obligao a aceptar porque finalmente soy "yo para los otros", "yo para mí" no existe.
No más que el "para los otros", el "para mi" es una desgracia. Entonces, estoy obligado a asumir una personalidad que se me va de las manos.


Entrevista con Sartre (2/2)

El ser humano que se destaca ... vale por todos, representa una virtualidad que hay en todos(as).
Es muy justo, pero: ¿Por qué tomar a aquel que vá lo más alto, al que realiza una hazaña? El crimen, la tortura, el racismo, son cosas que no debemos considerar fuera de nosotros(as). Sino como realizaciones de nuestra virtualidad.
No hay que decir que el ser humano es bueno o es malo. Sino que, según las circunstancias el ser humano es bueno o malo.

(...) Y que uno se libra de eso sólo por una lucha constante.

Así, cuando consideramos el racismo no debemos considerar el anti-racismo sólo como un estado de lucha contra el exterior. Hay que considerarlo como un estado de lucha contra uno(a) mismo(a).
Gracias a Youtube y a user:mauricitoia

sábado, 8 de noviembre de 2008

Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre entrevistan al Che Guevara.

Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre entrevistan al Che Guevara.

Título: En La Habana, Simone de Beauvoir con Jean Paul Sartre (Editado con varios párrafos ausentes)
Ambos intelectuales galos, Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir visitaron a La Habana, en 1960, para conocer el proceso revolucionario, dentro de aquella mítica de los jóvenes héroes de la Sierra Maestra. La pareja se entrevistó, precisamente, con el Che en su despacho del Banco Central de La Habana, como lo testimonió la célebre fotografía de Alberto Korda. Asistieron al estreno de la pieza sartreana La ramera respetuosa, con Fidel Castro, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional, la cual se encontraba todavía en construcción. Realizaron un intenso periplo por la Isla , llegaron hasta la Ciénaga de Zapata, escenario meses más tarde, de la batalla de Playa Girón, frente a la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos.

De aquella visita nació el libro Sartre Visita Cuba, publicado en La Habana, en 1960, por las Ediciones R. En las páginas de este libro el filósofo narró sus vivencias en la Cuba revolucionaria. Jean Paul Sartre y Simone Beauvoir llegaron a La Habana cuando entraban en vigor el sabotaje económico de Estados Unidos y se arreciaban los planes de la CIA. "Puesto que era necesaria una revolución" —escribió Sartre—, "las circunstancias designaron a la juventud para hacerla. Solo la juventud experimentaba suficiente cólera y angustia para emprenderla y tenía suficiente pureza para llevarla a cabo".

Y añadía en su libro testimonial: "Hoy, en el taller, en los campos, en un ministerio, el trabajo es joven, verdaderamente joven", admirado ante un liderazgo de hombres jóvenes.

El Che tenía sólo 32 años cuando recibió a Simone de Beauvoir y a Jean Paul Sartre, a medianoche. "El comandante Ernesto Guevara es considerado hombre de gran cultura y ello se advierte: no se necesita mucho tiempo para comprender que detrás de cada frase suya hay una reserva en oro" —observó Sartre en 1960—. "Pero un abismo separa esa amplia cultura, esos conocimientos generales de un médico joven que por inclinación, por pasión, se ha dedicado al estudio de las ciencias sociales, de los conocimientos precisos y técnicos indispensables en un banquero estatal".

Sus palabras apresaron sentimientos y emociones: "Se abrió una puerta y Simone de Beauvoir y yo entramos: un oficial rebelde, cubierto con una boina, me esperaba: tenía barba y los cabellos largos como los soldados del vestíbulo, pero su rostro terso y dispuesto, me pareció matinal. Era Guevara".

El guerrillero protagonizaba el virtual diario sartreano sobre Cuba y su revolución: "Lo cierto es que había empezado a trabajar muy temprano la víspera, almorzado y comido en su despacho, recibido a visitantes y que esperaba recibir a otros después de mí. Oí que la puerta se cerraba a mi espalda y perdí a la vez el recuerdo de mi viejo cansancio y la noción de la hora. En aquel despacho no entra la noche. En aquellos hombres en plena vigilia, al mejor de ellos, dormir no les parece una necesidad natural sino una rutina de la cual se han librado más o menos. No sé cuándo descansan Guevara y sus compañeros. Supongo que depende: el rendimiento decide; si baja, se detienen. Pero de todas maneras, ya que buscan en sus vidas horas baldías, es normal que primero las arranquen a los latifundios del sueño".

Junto a Jean Paul Sartre estaba entonces su esposa, la escritora Simone de Beauvoir, la célebre autora de El Segundo Sexo, libro que revolucionó los conceptos sobre la condición de las mujeres, y que había nacido en París, en un contexto familiar burgués y católico quien lo acompañaría en las dos visitas que hicieron a Cuba en 1960: primero del 20 de febrero al 15 de marzo, y otra más breve, a su regreso de Brasil, desde el 21 al 28 de octubre.

Ella también llegaba a Cuba con su aureola personal, la de una de las más polémicas y singulares figuras del pensamiento feminista, quien desde sus escritos ensayísticos había reivindicado el derecho a la libertad como revolución personal, desde la crítica sobre las diferencias sexistas impuestas a las mujeres, relegadas a ser, en la sociedad patriarcal, "El Segundo Sexo". Al ser entrevistados para Lunes de Revolución, por el escritor Humberto Arenal, ambos manifestaron sus opiniones, él más inclinado hacia los terrenos de la filosofía, y ella más interesada por la vertiente literaria. Precisamente, sería Simone quien, y gracias a su dominio del inglés, permitió que el diálogo fluyera. Al paso de los años, aquel periodista, (destacado dramaturgo y narrador cubano) recuerda, al evocar aquel encuentro que Beauvoir : "no era su "alumnita" como a veces la titulaban y parecía tener más sentido de la realidad que Sartre".

Simone de Beauvoir quien conoció a Jean Paul Sartre, en la Sorbona, cuando ingresó para estudiar Filosofía, con sólo 21 años, y con él compartió el Existencialismo y una muy abierta relación amorosa que no limitaron sus potencialidades, fue per se, una de las más prestigiosas personalidades del pensamiento intelectual de su época, signada su obra por el feminismo, corriente a la que también sometió a sus reflexiones porque consideraba que "El feminismo no ha llegado al fondo del problema: la opresión a la que el hombre ha sometido a la mujer. Y debe ser liberada ya que no es considerada como ser humano, sino que ha quedado relegada a un segundo plano" --Segundo sexo--, ha sido reducida a objeto sexual para satisfacción del hombre".
No sólo desde el plano de la prosa ensayística se volcó Beauvoir a la batalla, también defendió sus tesis desde el lenguaje de la ficción, en el costado de las bellas letras, así escribió su primera novela La invitada ( L´ invitée ), que apareció en1943. Abandonó su condición de docente, para lanzarse al campo de las ideas y de la literatura, en publicaciones como la revista dirigida por Sartre Les Temps modernes , al tiempo que enriquecía sus conocimientos teóricos en la praxis de sus viajes, junto a Jean Paul, por otros países de Europa, Estados Unidos, la antigua Unión Soviética, China y Cuba.
Incansable en la defensa de sus ideas, esa mujer nacida en 1908, firmaría en 1971, el famoso manifiesto de las 343 intelectuales a favor de la despenalización del aborto y, luego, desde 1972 se integró al Movimiento para la Liberación de la Mujer.
Durante su vida, que concluyó en 1986, realizó también un intenso activismo ideológico sin abandonar su ejercicio literario como lo testimonian sus obras La sangre de los otros (1944), Todos los hombres son mortales (1947), El segundo sexo (1949), que sería el best seller de su producción, Los mandarines (1954), novela por la que recibió, en Francia, el Premio Goncourt, así como otras obras más personales y autobiográficas entre las que se encuentran sus Memorias de una joven formal (1958) y La plenitud de la vida (1960), La fuerza de las cosas (1963), Una muerte muy dulce (1964), en la que aborda el tema de la muerte de su madre, y por último La mujer rota (1967).

El existencialismo es un humanismo

Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre
Por: Filosofía Contemporánea
link:http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Sartre/Sartre-CondicionHumana.htm

En “El existencialismo es un humanismo” Sartre introduce el concepto de “condición humana” (que para algunos intérpretes viene a ser un remedo de la noción de esencia o naturaleza) la condición humana, nos dice, es “el conjunto de los límites a priori que bosquejan su situación fundamental en el universo”. Estos límites son comunes a todos los seres humanos; es el marco general en el que invariablemente se desenvuelve la vida humana. Resume este marco básico de la vida humana en los puntos siguientes:

1. estar arrojado en el mundo;
2. tener que trabajar;
3. vivir en medio de los demás;
4. ser mortal.

Todo individuo, toda sociedad, se ha tenido que enfrentar a estos hechos inevitables y ha resuelto de distintos modos los problemas vitales a los que conducen. Con estos cuatro puntos Sartre se refiere a la inevitable sociabilidad humana, a la inevitable libertad en la que vive el ser humano y a la inevitable indigencia material de nuestra existencia, indigencia que obliga al trabajo y a las distintas formas de organización social que sobre el trabajo se levantan. La existencia de la “condición humana” es lo que puede hacernos comprensibles los distintos momentos históricos y las vidas particulares; aunque los proyectos humanos sean distintos no nos son extraños porque todos son formas de enfrentarse a estos límites. En este sentido todo proyecto, por muy individual que parezca, tiene un valor universal: “hay universalidad en todo proyecto en el sentido de que todo proyecto es comprensible para todo ser humano”.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Nostalgia


La nostalgia describe un anhelo del pasado, a menudo idealizado y poco realista. (del griego clásico νόστος "regreso" y ἄλγος "dolor")

La nostalgia no es definible científicamente, distintos pensadores han hablado de ella: Nostalgia es la sublimación en la indeterminación de un anhelo del alma desbordado en la materia, “como un amar sin ser amado y como un dolor que sentimos en miembros que no tenemos”; por el cual se transparenta un “echar de menos lo que no somos”, y la aceptación de que nos encontramos “incompletos y mancos”. La nostalgia es la obsesión aflictiva de estar en otra “parte” (dimensión), de superar la temporalidad y la finitud hacia la Eternidad y la infinitud, de volver a la Itaca de los orígenes (tal como los aluviones de su etimología griega – nosteo y algeo, “volver a la patria” y “sentir dolor” - lo indican). nostalgia, aun cuando también identifica en sus límites un sentimiento de pérdida, no se refiere a una vivencia corriente. Sino a una difusa, a la vez que persistente y dolorosa, como la que denota la palabra dor (< lat. pop. dolus < dolere). El ser humano no está satisfecho de ser humano. Pero no sabe hacia qué regresar, ni cómo volver a un estado del que ha perdido todo recuerdo claro. La nostalgia que tiene de él constituye el fondo de su ser, y a través de ella comunica con lo más antiguo que subsiste en él. E. M. Cioran, Ese maldito yo, Tusquets, Barcelona, 2000, p. 106. La nostalgia mezcla “un sentimiento de encanto ante el recuerdo del objeto ausente o desaparecido para siempre en el tiempo, un sentimiento de dolor ante la inasequibilidad de ese objeto, en fin un anhelo de retorno que quisiera transponer la enigmática distancia que separa el ayer del hoy y reintegrar el alma en la situación que el tiempo ha abolido.” Mariano Ibérico, Perspectivas sobre el tiempo, U. N. M. San Marcos, Lima, 1958, p. 164.

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Nostalgia"

jueves, 6 de noviembre de 2008

Sartre y la Contingencia

Por: Filosofía Contemporánea
link: http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Sartre/Sartre-Nausea.htm

La describe en la novela “La náusea” (1938): “Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad Existir es estar ahí, simplemente; los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es posible deducirlos. Creo que hay quienes han comprendido esto. Sólo que han intentado superar esta contingencia inventando un ser necesario y causa de sí. Pero ningún ser necesario puede explicar la existencia: la contingencia no es una máscara, una apariencia que puede disiparse; es lo absoluto, en consecuencia, la gratuidad perfecta. Todo es gratuito: ese jardín, esta ciudad, yo mismo. Cuando uno llega a comprenderlo, se le revuelve el estómago y todo empieza a flotar... eso es la Náusea” (“La Náusea”).

La náusea aparece al sentir el carácter absurdo de la existencia, al captar la realidad como algo superfluo, contingente; los existentes (nosotros incluidos) venimos de la nada, existimos sin justificación alguna y terminaremos en la nada. Hemos sido arrojados a la existencia, y del mismo modo seremos arrojados a la muerte. “Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad.”

Contingencia

La noción de contingencia no es exclusiva del pensamiento existencialista. La encontramos, por ejemplo, en Santo Tomás. La filosofía tomista da mucha importancia a esta noción, indicando que todas las cosas finitas son contingentes pues constan de la composición metafísica esencia/existencia. Con esta afirmación, Tomás de Aquino quiere señalar el radical carácter indigente de las cosas finitas, el necesitar inevitable­mente de otras cosas para existir y para ser lo que son. Santo Tomás cree que es precisamente esta falta de fundamento en su ser lo que exige que exista un ser necesario, al que llama Dios. También el empirismo había señalado la contingencia, la pura facticidad, como uno de los rasgos básicos de la realidad. Sartre continúa la línea empirista pero destacando las consecuencias existenciales de este hecho, la fragilidad de la existencia, la existencia como algo gratuito, tesis que resume de un modo literario señalando que las cosas “están de más” ( y nosotros también). La gran diferencia entre el pensamiento tomista y el de Sartre está en que Tomás de Aquino considera que hay algo exterior al propio mundo que le sirve a éste de fundamento y que hace inteligible la totalidad de las cosas, les da un sentido. Sartre, sin embargo, rechaza la noción de Dios (a la que incluso llega a considerar absurda), se declara ateo, con lo que radicaliza al máximo la comprensión del carácter gratuito de la existen­cia. El mundo no lo ha creado ningún ser trascendente, existe pero podría perfectamente dejar de existir, y esto se traslada a las cosas concretas: éstas no existen como consecuencia de un supuesto plan o proyecto de la naturaleza o de Dios, tienen existencia bruta, son así pero perfectamente podrían ser de otro modo o no existir. Lo mismo ocurre con el hombre y la mujer: estamos “arrojados a la existencia”, nuestra presencia en el mundo no responde a intención ni necesidad alguna, carece de sentido, la vida es absurda, el nacimiento es absurdo, la muerte es absurda.

Los siguientes textos de “La náusea” resumen perfectamente la conciencia sartriana de la contingencia, de la gratuidad de la existencia: “Éramos un montón de existencias incómodas, embarazadas por nosotros mismos; no teníamos la menor razón de estar allí, ni unos ni otros; cada uno de los existentes, confuso, vagamente inquieto, se sentía de más con respecto a los otros. De más: fue la única relación que pude establecer entre los árboles, las verjas, los guijarros....Y yo –flojo, lánguido, obsceno, dirigiendo, removiendo melancólicos pensamientos–, también yo estaba de más. Afortunadamente no lo sentía, más bien lo comprendía, pero estaba incómodo porque me daba miedo sentirlo (todavía tengo miedo, miedo de que me atrape por la nuca y me levante como una ola). Soñaba vagamente en suprimirme, para destruir por lo menos una de esas existencias superfluas. Pero mi misma muerte habría estado de más. De más mi cadáver, mi sangre en esos guijarros, entre esas plantas, en el fondo de ese jardín sonriente. Y la carne carcomida hubiera estado de más en la tierra que la recibiese; y mis huesos, al fin limpios, descortezados, aseados y netos como dientes, todavía hubieran estado de más; yo estaba de más para toda la eternidad.”

Posiblemente esta concepción de la gratuidad absoluta de la realidad, de la ausencia de sentido, proyecto o necesidad en el mundo, es el elemento más característico del existencialismo sartreano. De ahí que la experiencia filosófica más importante sea la de la comprensión, no sólo intelectual sino también vital, del absurdo de la existencia. Sartre llama “náusea” a esta experiencia originaria del ser, y la desarrolla en diversos escritos, pero particularmente en su novela homónima.