“La memoria de América ha sido mutilada por el racismo. Seguimos actuando como si fuéramos hijos de Europa, y de nadie más”
"La maligna herencia colonial aún persiste" (Por pedazos)
Por: Juan C. Alfaro
¿Por qué se le sigue llamando el “día de la raza”? ¿Por qué se sigue festejando este día?
Sin lugar a dudas la memoria latinoamericana sufre de una gran distorsión; una manipulación diseñada por los conquistadores llegados a esta tierra hace más de cinco siglos y que aún persiste en el imaginario colectivo latinoamericano. La historia que prima es la de los vencedores, que fue alimentada y es sostenida por las oligarquías criollas dirigentes que forjaron los estados-nación a imagen y semejanza de Europa.
Después de más de tres siglos de la Conquista y la Época Colonial, a comienzos del siglo XIX y después de las llamadas luchas por la independencia, el escenario latinoamericano tuvo un cambio significativo. Sin embargo, en los procesos revolucionarios, uno de los problemas fundamentales a cuestionarse es el concepto de patria: para el negro esclavo, para un criollo rico, para un español realista y monopolista, para un mestizo o para un indio no incorporado al sistema manejado por los blancos.
(...) Existen dos posturas al respecto. Por un lado, están los que sostienen que la verdadera historia de América Latina empezó con la llegada de españoles y portugueses y la conexión con el mundo occidental. Por el otro, están los que sostienen que la historia se remonta a las civilizaciones prehispánicas y a sus descendientes, los pueblos indígenas -y no en los herederos contemporáneos de los conquistadores- que todavía hoy marginan y explotan los primeros.
(...) De ese modo, nuestro camino fue formado a merced de las potencias de turno, a merced de ideologías y designios externos. Después de la colonización española, tras lograr la “independencia” y consolidar los estados nacionales, la atmósfera latinoamericana se sumergió en el semicolonialismo o preimperialismo liberal, donde Gran Bretaña y Francia asumieron el papel de sucesoras de España y Portugal.
Alrededor de 1850 se inicia una tercera etapa, la del preimperialismo financiero, donde Gran Bretaña y Francia exportan hacia América Latina no solo mercancías sino también capitales, y Estados Unidos comienza a imitarlos en menor cuantía después de finalizar su Guerra de Secesión.
Finalmente, alrededor de 1880, se implantó la etapa del imperialismo plenamente desarrollado, basado en el monopolismo, la hegemonía del sector financiero sobre los demás sectores.
El imperialismo estadounidense fue producto del proceso de desarrollo capitalista acelerado que se inicio después de la Guerra de Secesión. Los encargados del poder económico del país del norte se sintieron dirigentes de un pueblo elegido, portadores y ejecutores del “Destino Manifiesto” que impulsaba a Estados Unidos hacia la jefatura de las naciones.
Cuanta razón tiene Galeano, cuando describió esta situación así: “Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar las prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos”.
Una vez hecho un breve repaso del largo trecho caminado por América Latina a lo largo de su historia dentro el marco político-económico y su relación-dependencia en cuanto a los Imperios de turno, ha llegado el momento de indagar en un factor muy importante que muchas veces es obviado por grandes autores, y que es necesario a la hora de entender porque nuestra región esta sumergida en el retraso, el subdesarrollo y la sumisión ante los centros de poder.
Dicho factor tiene un carácter mental y psicosocial que fue el legado perverso que nos dejó la conquista y la colonia, y que aun en estos días esta presente en el inconsciente colectivo de las sociedades latinoamericanas, gran motivo por el cual el despertar de la región todavía no ha sido total.
(...)El complejo latinoamericano nació con la llegada de los españoles a suelo americano y se dispersó, alojándose en la mentalidad de los latinoamericanos, desde la conquista hasta nuestros días. En ese sentido la mentalidad europea es un factor determinante a la hora de analizar el complejo latinoamericano. Cuando los europeos llegaron al continente, traían en su haber centurias de años de relaciones de explotación, de invasiones, de torturas, de masacres, de irrespeto por la vida y el prójimo. Cobijados bajo la religión cristiana jamás cuestionaron nada de estas atrocidades, sino que, por el contrario, las apoyaban “en el nombre de Dios”.
El periodista, Juan Carlos Rodríguez sostiene que la relación entre el conquistador español y el nativo americano recayó en un discurso del “tú eres un pecador, un indigno, un don nadie en el que no se puede confiar”, como si el hecho de que ellos se autodefinieran como hijos de Dios y mediante esta ideología manifestaron que el que no abrazara el cristianismo no era humano, sino era animal, salvaje, primitivo, bárbaro; lo que justificaba y otorgaba el derecho de disponer del otro como mejor les pareciera.
Para seguir con el desarrollo de este complejo, se puede decir que con el acontecer del tiempo, el control europeo sobre la voluntad de sus descendientes y del nativo americano se sofisticó. Mediante el concepto de civilización se sostuvo en el colectivo humano que el antiguo invasor era gente civilizada a imitar. De ese modo la mentalidad del hombre latinoamericano se colocó en una posición de inferioridad con respecto al hombre europeo y más tarde al hombre estadounidense, heredero imperialista de los primeros.
El pensamiento latinoamericano se reflejó en un sentimiento de querer ser como los europeos y/o los estadounidenses, y esto quizás provocó en la mentalidad latinoamericana la baja autoestima de considerarse menos que ellos. Desde las enseñanzas en la escuela, el precepto a inculcar fue el cuento de que los europeos y, posteriormente, los estadounidenses eran gente civilizada y con un desarrollo cultural superior. Olvidando muchas veces el pasado de la región en torno a culturas altamente desarrolladas como los Mayas, los Aztecas o los Incas, solo por mencionar unos cuantos.
La reproducción de la jerarquización de las relaciones humanas en términos de “superior-inferior”; reproduciendo el “yo soy-tú no eres”; “yo no soy esclavo-tú eres esclavo”; y el hecho de excluir y desechar la cultura del otro derivó en un auto concedido derecho a invadir; esclavizar; torturar y arrebatar al otro, sostiene el periodista José Del Grosso.
En este marco, la situación de América Latina se sumergió en un criterio de superioridad-inferioridad en cuanto a su relación con Europa y Estados Unidos. Mediante el poder político, económico, militar, cultural y psicológico las potencias de turno inventaron maniobras de dominación en casi todo los sentidos. Una especie de colonización mental fue un factor determinante para que estos países impusieran su ciencia, su visión del mundo, su cultura, sus recetas económicas y el espejismo de la tecnología.
"Los imperialistas europeos y estadounidenses se han valido del concepto teórico de civilizado para lavarnos el cerebro, mientras que en la práctica ha significado la imposición de la ideología de la dominación”.-Del Grosso
1 comentario:
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