“Como ser por el cual existían los valores; yo soy injustificable, mi libertad se angustia por el fundamento de los valores por que mi misma no tiene fundamento” -J.P.Sartre
La mayoría de las personas escapan de la angustia en un acto de “mala fe”. Sartre define esto como una huida de la angustia, la libertad y la responsabilidad. Implica mentirse a uno mismo. Cuando le miento a alguien le escondo la verdad. Cuando me miento a mi mismo, me escondo la verdad. Pero esto es imposible, pues si ya la poseo, no me la puedo esconder. El proyecto de la mala fe es autodestructivo, aunque es, según Sartre , una característica central de la conciencia humana. El psicoanálisis freudiano trata de explicar como se esconde información dividiendo su self en un aspecto conciente y otro inconsciente, que a veces se denomina el “yo” y el “ello”. A si, se supone que entre ambos elementos hay un mecanismo de censura que no permite conocer lo que esta en mi inconsciente. Pero Sartre pregunta ¿De que lado de la frontera esta el censor?. No puede estar del lado del ello, porque debe censurar al ello; y si estuviera del lado del yo, el yo sabría lo que esta censurando, o sea, sabría lo que afirma no saber. De ahí que para Sartre la propia idea de lo inconsciente halla sido concebida con mala fe. Es un intento de excusar algo inexcusable. Sartre ilustra la idea de mala fe con el caso de una joven que sale a cenar con un hombre al que apenas conoce ( tendrán que perdonarlo si utilizo un ejemplo tan anticuado con respecto alas relaciones actuales entre los sexos). Cuando la mujer se sienta en la mesa junto a su compañero, sabe muy bien cuales son las intenciones de él y sabe que pronto tendrá que tomar alguna decision al respecto; pero la posterga porque no quiere sentirse urgida. Desea disfrutar de ese momento. Cuando él le dice: “ te encuentras tan atractiva...”, ella le quita a esta frase su connotación sexual. Según Sartre ella loase, porque no sabe que es lo que quiere. Ella sabe que su compañero la desea y se decepcionaría si así no fuese; pero el deseo “desnudo y cruel la humillaría y la horrorizaría”. No quiere ser un mero objeto sexual de su compañero, pero tampoco quiere ser objeto de su deseo. Entonces su amigo le toma la mano. Ella tiene que tomar una decisión. Si deja su mano en la de él, eso significa que le da su romántico consentimiento; si la retira, quiebra “esa inquietante e inestable armonía que le da al momento todo su encanto”. Su propósito es demorar la decisión todo lo posible. Sartre dice que nosotros sabemos lo que pasa después. (¿Lo sabemos?). Ella “deja su mano en la de él, pero hace como si no se diera cuenta”. Y no se da cuenta porque se pierde así misma en su propia espiritualidad al debatir la vida, su vida, como la de una persona pura. Dice Sartre: “su mano reposa inerte entre las cálidas manos de su compañero, sin consentir ni resistirse... convertido en una cosa”, y concluye: ”diremos que esta mujer obro de mala fe” ¿Por qué? Porque niega su deseo. Porque niega su propio cuerpo y su “yo”. A esta modalidad de la mala fe, Sartre la denomino “ser-en-el-mundo”, o sea, elegirse como “presencia inerte, como objeto pasivo entre otros objetos”. Esa mujer eligió que su cuerpo fuese una cosa, y lo mismo eligió su compañero. Lo hizo para huir de la responsabilidad por su ser pleno.
También nos topamos con la mala fe en relación con los “roles” que cumplimos a diario. Cuando se encuentran dos seres humanos, lo hacen en función de sus respectivos roles, formatos para la interacción que hacen que las personal se vinculen en formas eficaces y no amenazadoras. Hay roles profesionales, familiares, políticos, para el tiempo de ocio y para la diversión, entre otros. Hay incluso roles criminales, casi cualquier acto humano que podamos concebir esta regido por ciertas reglas que los “jugadores” devén aprender. Como fatalmente las personas tienen que interactuar, frente a este juego de roles no parece haber opción. Los roles pueden promover una cierta clase de libertad social, dado los derechos y responsabilidades que les son inherentes, pero también limitan y encubren nuestra libertad del fondo, pues hacen que nos sea mas fácil objetivarnos y objetivar a los demás. Son, por lo tanto, inevitables incitaciones a la mala fe. En el ser y la nada, Sartre inicia su examen de los roles sociales estudiando los movimientos del mozo en el café donde esta escribiendo. Dice: “Sus ademanes sor rápidos y audaces, demasiados precisos, demasiados apresurados, se inclina ante ellos con excesiva ansiedad; su voz, sus ojos expresan un interés harto solícito por lo que va a pedir el cliente” ¿A que juego esta jugando? El juego de ser mozo. Todas las profesiones están imbuidas de una parientoriedad semejante. Esta la ceremonia del verdulero, del rematador, del sastre, del alumno, del profesor...El publico les demanda que cumplan con esa ceremonia para demostrar que no son nada mas que un verdulero, un rematador, un sastrecito. Que el verdulero nos cuente lo que soñó nos resultaría ofensivo. Tampoco queremos que el rematador cuente que esta a punto de divorciarse de su esposa, etc. Obramos de mala fe, cuando intentamos convertir al otro en una cosa con nuestra mirada. Pero estas personas pueden verse con mala fe a si mismas, si solo procuran ser lo que les dicta su rol. En rigor, un mozo no puede ser un mozo como una piedra es una piedra. El “ser-en-si” nunca puede convertirse en una cosa por mas que quiera. Sartre pudo caracterizar a la buena fe (la existencia autentica humana) con una formula particularmente desconcertante. Una libertad que se quiera como tal, es en rigor un “ser que no es”. Elige como ideal de ser “el ser lo que no es y el no ser lo que es”
http://www.elprisma.com/apuntes/filosofia/jeanpaulsartre/default4.asp
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario